Trastocada vuelta a casa
Hoy salí de buscar a mi hija del jardín y pasando por la boca del subte en Congreso, pude ver como empezaban a salir efecto embudo una horda de pendejos enardecidos de juventud y típica violencia del genero neo-grunge de nuestro generoso país. A todo esto, y con mi hija colgada tuve que esperar que pasaran los señoritos antes que yo, los setecientos que eran mas o menos, o los que pude contar mientras esperaba. Cuando logre salir, pasos antes de lograr mi cometido y llegar al fin a la bendita parada del 60 para volver a casa y terminar de una puta vez con la jornada obligatoria de este viernes, noté que este grupete numeroso del salón de la justicia cortaba Avenida Callao impidiendo el paso, tanto vertical como horizontal o empujando, de cualquier tipo de vehículo. Empecé a caminar casi corriendo para escaparme de ese maldito lugar lo más rápido posible cuando miré y ví que venían tras de mi. Como pude, abrí la puerta de un taxi y el señor con su mejor cara de “el peor taxista que te puede tocar un viernes queriendo volver a tu casa”.me empezó a hablar de su vida y me dijo que era tan copado que no iba a prender el reloj hasta que pasara la manifestación. Acto seguido le digo, hasta Cabildo y Congreso por favor, teniendo en cuenta un viaje anterior que me había salido uno 30 pesos (dentro del mismo mes) pude notar que a las diez cuadras ya estaba clavada la cosita en treinta mangos a lo cual le dije muy molesta que cuando llegara treinta pesos, bajaría , ya que me estaba literalmente choreando sin antifaz. Sin mosquearse, lo cual me irritó aun más, se hizo el bueno una segunda vez (ahí ya si hubiera tenido un arma o una lapicera de pluma, ni te digo): Te dejo en la parada de colectivo, que colectivo tomas?
Mira tomaba el sesenta, en un momento. Pero ya no se. Yo quiero que e sigas llevando hasta que el relojito diga treinta pesos. Cuestión que el tipo hizo lo que le chiflaron las pelotas y me llevó a la loma del orto, me dejó en Las Heras y Pueyrredón, eso si, fui en auto. Paró en una parada de sesenta (por propia deducción) a lo cual dije que no iba a pagar el viaje y mientras lo decía ya tenia un pie afuera del taxi. El señor insistió en que no podía no cobrarme el viaje y entonces le dije que estaba bien pero si esa era la fracción correcta del reloj, entonces me diera un ticket.
-Eee, no tengo tiquetera piba.
Bueno que Dios te lo pague entonces y bajé pensando “No creo que baje del auto a correr por Las Heras a una mujer y a u bebá.
Aunque si hubiera podido tomarle la patente para después pegarle un tubazo para decirle: Taxista hijo de puta no sabes como me molesta la gente que me quiere pasar, yo no vengo de comprar ropita y hacer shopping por Santa fe, vengo de laburar y caminar veinte mil cuadras con mi hijita (que ya no es tan ITA) y tengo las pelotas llenas de trabajar horar y horas haciendo mierda gente como vos. Tenés menos estrategia que el demonio de Tasmania. Hacete un enema y sentate a manejar el taxi pedazo de pajero.
De ahí de la loma del orto a la vuelta tuve que cambiar monedas, esperar un colectivo que no venía para comerme después en cabildo a isma horda de pendejos, que no eran la misma horda sino otra pero de otra comuna. Haciendo cuentas tarde má en volver, que en trabajar.
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